lunes, 22 de febrero de 2010

LLEGARON LOS MONOS


PORQUE SU VIEJO se tiraba el sueldo en mujeres y borracheras y tenía en completo olvido a su madre desde que se separaron, y su hermano el mayor hacía casi lo mismo sólo que en vez de mujeres y borracheras gastaba su pago semanal en ropa y discotecas y tampoco le daba nada a la vieja, y porque él no encontraba trabajo y no tenía para la matrícula de este año, y toda su impotencia le llegó a asquear igual a una saliva melosa detenida en la garganta, estaba aquí, solo, en la oscuridad de la noche, en plena selva, hundido hasta la cabeza en La Zorra, la trinchera de su patrulla, entre el maldito ruido de los grillos, explosiones lejanas y proyectiles que sobrevolaban su cabeza iluminando el paraje a su paso, encima los moscos, unos moscones debían ser, lo tenían loco, zafa mierda, espantándolos a punta de soplos, zafa carajo, porque no podía soltar el fusil, ¿estás allí amigo?, lo estrechaba contra el pecho, no te me vayas a caer so pendejo, ya mismo se le resbalaba de las manos con lo mantequilla que las tenía de puro sudorosas, ya mismo se le caían los párpados también, son maquinales los sacudones de cabeza y los constantes parpadeos para mantener los ojos y los oídos aguzados, más de dos horas en esta tensión mataban a cualquiera, sin otro descanso que el de apoyar el cuerpo contra el parapeto, vengan monos monitos, aquí me tienen, algún sentido debía tener su vida, así fuera carne de cañón, por eso se presentó al Ejército el mismo día que estalló el conflicto con el Ecuador, el tercero en menos de cincuenta años, estos monos no dejaban de fregar, nuevamente el país se veía remecido, es verdad, y las radios y periódicos empezaron a bombardear las conciencias del verdadero patriota con los comunicados que emitía el mismo Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú llamando a servir a la Patria en momentos de gran apremio a todos los peruanos que tuvieran 18 años para adelante, sobre todo convocaba el seguro concurso de todos nuestros reservistas, ¡la Patria era lo primero!, comunicados que hacían temblar a los vagos de las esquinas, los acorralaban pero ellos se defendían, estaban huevones, eso era para los cojudos, o se ponían formalitos, eran estudiantes aún, tenían una vida por delante, ¿acaso no querían que fueran profesionales, los hombres del mañana que construyeran un país progresista?, qué caray, mientras otros ya preparaban un viaje relámpago a la sierra, al último rincón donde no había llegado Dios, para salvarse de la leva arrasadora, él en cambio se presentó sin pensarlo mucho, cansado de sentirse un estorbo en casa, un paria, madre, en mi propia casa, ¿te das cuenta?, solo dejó una carta de despedida a su vieja, por fin encontré un sentido a mi vida, viejita, por eso me voy a la guerra y sé que me comprenderás, así me sentiré útil, adiós, a nadie más tomó en cuenta en su despedida, los cachacos que vigilaban la puerta del cuartel se sorprendieron y hasta hubo un oficial que aplaudió, ¡estos hombres quiere el Perú carajo!, cuando dijo que venía a alistarse para ir a la guerra, y lo llevaron junto a los recién levados, encontró a una sarta de muchachos, unos en cuclillas, otros contra la pared, arrinconados, tenían todos la expresión de quienes esperan turno para ir a la silla eléctrica, la tensión y el horror les había envejecido el rostro, puesto ojerosos, cadavéricos, el mismo espanto en la cara de los condenados a la cámara de gas como en la películas de la Segunda Guerra Mundial, el silencio se volvió sepulcral cuando entró un cachaco, sargento parecía, y gritó ¡estos tigres se me van hoy mismo a la frontera!, salió este y empezó nuevamente el murmullo, interminable, balbuceante, hasta que alguien rompió a llorar y otro lo imitó y él no soportó más, ¡cállense carajo! estalló su voz, ¡no sean maricones!, pero si nunca hemos agarrado arma, causita, fácil nos dan vuelta, yo me quito, me tiro del camión ese que nos va a llevar a Tumbes, loco, yo mantengo a mi familia, no puedo ir y él volvió a carajear ¡mañana estamos en la guerra misma, tengan huevos, olvídense de la familia!, la misma voz de cuando ponía orden en el salón, en la secundaria, todos los años brigadier y primero en su clase, el orgullo de la familia, este cholo ha salido a mí, se vanagloriaba el viejo, quiso escuchar alguna vez eso de la vieja, pobre vieja, ya habrás leído la carta, ¿estarás llorando?... ¡guarda!, ya te pareces al Orangután, el sargento que todas las madrugadas nos muele el cuerpo a punta de lagartijas-planchas-ranas, no paren carajo, no se me caigan, cien más al pelado que se para, pero una madre el Orangután la tarde que lo encontró sollozando con una foto en la mano, vieja te extraño, no sé si volveré a verte, y escondiéndola en un respiro cuando se vio descubierto, ¡tú no has visto nada, pelado! Orangután maricón, pero él no lo era, no lo necesitaba jurar, ni ahora en La Zorra de guardia nocturna, embadurnado de betún la cara a lo Rambo, como al principio, cuando llegaron, no a Tumbes sino a El Milagro, la base, por la zona de Tiwinza, en la selva de la Cordillera del Cóndor, y un teniente los mierdeó porque se pintaron sin orden de nadie y sin saber para qué, hasta que vino el comandante Alatrista y empezó la repartición de patrullas, Cueva de los Tayos tú, tú, tú, Ciro Alegría tú, tú, tú, Tiwinza tú, tú, tú, uno de esos tú era él, qué importaba su nombre, que estudiara Derecho en la UNT, premio excelencia de su colegio, Orangután, Colibrí, Vulva, Borrado, Granos, él mismo era un anónimo más: Doctor, ¡quién se lo puso?, un día de patrulla, camino de Tiwinza unos alaridos lo llevaron a un cuerpo tirado sobre la maleza y el teniente Vigo dijo es uno de los nuestros y el herido gritó Perú, soy Perú y se desmayó, él sacó una bayoneta y se encaramó sobre la pierna del compatriota y sin miedo sacó un pedazazo de esquirla, lavó la herida, pidió hilo y aguja y se la cosió, buena doctor, le palmeó el teniente Vigo, tenemos un doctor muchachos, cuando el herido despertó y se enteró que él le había operado le dijo gracias papay y el Colibrí todo alharacoso gritó es serrucho este pelado, si de Ayacucho papay y el Papay desde entonces nunca se le desapegó, un poco espeso repitiéndole a cada instante de que le debía la vida pero siempre puntual a la hora de los relevos en las guardias, pero ahora cómo se demoraba este piojoso, ya debían haber pasado las tres horas convenidas y no se asomaba, no podía ir a verlo, no podía dejar el puesto de guardia, era un crimen, más bien debía seguir atento, si veía a algún mono se lo despachaba en el acto, así fueran cinco, diez, disparando saltaría de La Zorra hasta juntarse con la patrulla que unos metros más atrás lo cubriría, no tenía mucha práctica con el Fal, pero a la hora de los loros, como decía el Colibrí, te sale la furia, disparas corriendo en zigzag, nada de volantines como en las películas porque te mochas una pierna o te vuelas los huevos, la puntería es lo de menos, riega de derecha a izquierda o viceversa, se preguntaba si a sus tres semanas en el Ejército podría hacerlo sin miedo, fuera de mariconadas, como dijo el teniente Vigo el día que pescó a Vulva escribiendo una carta, rompa eso soldado y a todos nada de querida mamá, aquí se sufre mucho mamita, nada de mariconadas carajo, fuera de cartas y fotos y Orangután hipócrita gritaba obedezcan pelados, hay que ser fuertes Doctor, le confesó a solas el teniente Vigo, hacerse de un corazón de piedra, tengo dos hijas y una esposa que me esperan en casa pero trato de no pensar en ellas, es cuestión de poner los cinco sentidos en esta huevada que es la guerra Doctor, pero cómo iba a ser posible eso cuando por ejemplo una mañana encontraron a la luz de un sol recién asomado una cascada que caía sobre un remanso de aguas azulitas y transparentes, prevalecía entonces el sentimiento y de veras sería bonito construirse una cabaña en este lugar, despertar y bañarse en esas aguas de ensueño, conversar con la mujer de tu vida tendidos sobre el pasto, eran mariconadas pero necesarias, en realidad fantasías para evadir la desesperación que causaba el pensamiento que en el próximo paso te esperaba una mina que al segundo te mutilaba una pierna y encima a veces te dejaba ciego, por eso era necesario meterse a la cabeza un par de pajarillos, un sol radiante o árboles, a tener el pensamiento recurrente de verse de pronto con los intestinos arrancados por una metralla o morir con un ojo colgado bajo las narices, eran mariconadas necesarias y ahora mismo no le importaba si uno o tres monos le apuntaran sobre el cuello, a él, hundido en La Zorra, en la oscuridad de esta noche, en plena jungla, y lo mataran en el acto, poco le importaba, como tampoco ya no le fastidiaba el asedio de los zancudos, porque el sueño era más fuerte y qué diablos, no era su culpa, había cumplido con su guardia y no venían a relevarlo, qué diablos, no era de fierro, también necesitaba dormir, los ojos se le cierran, mierda, ¡cuádrese soldado! ¡cien ranas!, es en vano, se le cierran, chispas relampagueantes invaden sus párpados interiores, figuras de árboles y de personas cenando, y de pronto está tendido sobre una mullida cama envuelto en su sábana azul preferida, sacándole la lengua al mediodía…
Gritos, traqueteo de metrallas, lisuras, alaridos, en realidad hay un escándalo portentoso, ni el retumbar de un cañón lo sacaría de su etéreo sueño, son en vano los gritos del Papay ¡zafemus diacá papay! ¡llegaron los monus! ¡aquicito están!, silencio, ¡son hartoniles!, silencio pero esta vez es el descerrajeo a quemarropa y por fin el estremecimiento anhelante corporal que lo envuelve por completo en la sábana, mariposa en capullo, crisálida porfiada, ven amor, pégate a mi paraíso, sé mi oruga, ninfa inmóvil, niña de mis ojos, por qué tardaste tanto…. Solo entonces despierta pero no ve nada, es la oscuridad total, la nada absoluta, no ve ni siquiera esa luz al final del camino ni nada que se le parezca, pero sí escucha la voz nos mataron papay nos mataron: tampoco ve quién lo dice.
(CUENTO PREMIADO EN EL CONCURSO LITERARIO "PLUMA VALLEJIANA". UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO, 2006)

1 comentario:

Unknown dijo...
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