martes, 7 de enero de 2014



LOS TAXISTAS DE AHORA

Hasta hace unos 10 años se podía salir a pasear sin pensar en que se pudiera ser víctima de un asalto. Ahora, lo primero en lo que pensamos cuando caminamos (en el mismo centro cívico, por ejemplo) es en encontrarnos con un indeseable que, previa presentación de afilado cuchillo, nos pedirá el celular y la billetera, si no queremos ir a visitar a San Pedrito.
 Hace unos poquitos años uno podía tomar un taxi como la forma más segura y rápida para llegar a casa. Ahora, enterados de los tantos casos de pasajeros que fueron desviados de ruta y desvalijados por el delincuente del volante acompañado de sus compinches que los esperan en el camino, antes de tomar este servicio, hacemos una especie de casting de choferes para ver si no tienen trazas de prontuariado o pedido por la ley, porque estos saben muy bien camuflarse con camisa y corbata y engañar al más avisado pasajero. Y los choferes de la tercera edad son los que salen ganando en la elección. Muchos preferimos ir con ellos porque es sinónimo de seguridad. Lo malo es que los venerables ancianos choferes no están para los achaques de los servicios nocturnos y dejan el timón apenas aparecen las primeras luces de la noche. Por eso, cuando salimos de una fiesta o reunión de trabajo (que es lo mismo, porque casi siempre se termina en el pub de moda) y precisamos de un taxi, estamos a la de Dios desde que subimos en la unidad, y nos la pasamos rezando porque estamos casi seguros de que quien nos hace la carrera es delincuente que nos llevará a otro sitio y nos sacará las claves de las tarjetas de crédito a punta de chavetazos o sabe Dios qué suplicios. Así las cosas, mientras vamos en el auto, pasada la borrachera del puro susto, no dejamos de rezar o de pensar en que los minutos que llevamos de pasajero serán los últimos de nuestra existencia…
A esto hemos llegado, señores, a dudar de todos los conductores de servicio rápido. Con todo este estado de cosas que estamos viviendo, ¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar?, como decía el poeta…O sea, ¿volverán aquellos tiempos en que un chofer era sinónimo de una persona amable, educada, buena y honesta?

1 comentario:

Gary Rivera dijo...

Justo ayer tome un txi, era un Toyota Nuevo y brilloso, de asientos de cuero que aun olian a Nuevo! Cuando me agache para tranzar el precio me llamo la atención su aspecto, tenia la cara de un raterillo cualquiera, de unos 20 años. Yo siempre me siento atrás a leer en la tranquilidad y cuando vi hacia adelante pude ver su brazo, usaba una camisa de manga larga, pero por el movimiento se le remango y ahí vi su brazo lleno de cortes! No uno ni dos! Muchísimos!!! Cerré mi libro y no despegue mis ojos del camino! Uno no sabe con quien se puede encontrar en el taxi! A tener mucho cuidado!