Hay en Shulgón -pueblito perteneciente al distrito de Salpo y de donde proviene mi estirpe paterna- unas ruinas de lo que fue el asentamiento preínca de El Gran Shamán, al que precisamente lo denominan Ruinas del Gran Shamana y a donde todavía no he ido. El lugar -lo sé por fotografías- es estupendo, no en vano desde el 2006 es Patrimonio Cultural de la Nación. En honor al lugar, en el que me he visto en sueños, porque siempre lo tengo en mente, tal vez porque -estoy seguro- mi padre lo visitó de cuando era un niño, he escrito un cuento, corto, que estoy ilustrando y debo estar publicándolo en los primeros meses del próximo año. He aquí un fragmento.
Una noche en el Gran Shamana
Terminada
la tarde, cuando el sol echaba sus últimas luces y ya empezaba la oscuridad,
resolví llevar mis animalitos de vuelta al pueblo. Estaba yo en medio de las
ruinas del Gran Shamana, adonde no había pensado ir porque por ahí solo crece
ichu que los animales no hacen ni caso. El hecho es que estaba ahí y ya debía
regresar a mi casa, en Shulgón, a media hora de camino, porque ya se haría de
noche. Esos momentos empezaron a sonar los truenos, con sus espantosos ruidos que
parece como si los cerros se vinieran encima de uno. Siempre he escuchado este
retumbar, pero esta vez ¡array! me dio mucho miedo, seguro porque me encontraba
en medio de las ruinas, aparte de que el viento empezó a soplar con su aullido
de perro. Fue en estas en que se me dispersó la manada, y solo me quedé con dos
huachitos; el susto había corrido al resto (dos corderos viejos, lugos como le decimos acá en la sierra,
y tres cabritas), porque los truenos ¡brummmm! ¡brummmm! ¡brummmm! no dejaban
de resonar. “¡Fuera!”, dije. “La
resondrada que me espera cuando dé mala cuenta de los animales que traje a
pastear”.
1 comentario:
Lindo fragmento Saludos yo soy de shulgon de sangre inca
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